Muchos de nosotros
nos hemos preguntado en algún momento de nuestra vida, ¿podremos
salir de esta? Cuando se nos ha presentado alguna prueba o situación
en la que nos vemos atrapados como con cadenas que parecen
imposibles de romper. Existen momentos donde incluso hemos levantado
nuestra vista al cielo en aras de desahogo y exclamación, esperando
alguna señal divina de mejora o liberación sin recibir de manera
inmediata resultado alguno. Creo que todos nos hemos sentido
ahogados, abatidos o caídos cuando vemos que nuestros esfuerzos
sobrehumanos no son suficientes para lograr superar la prueba que
estemos pasando. Siempre encontraremos pruebas en nuestra vida, son
parte vital en el proceso de mejoramiento personal, son el peso que
genera la tracción suficiente en nuestro simbólicos cauchos para
salir del conformismo, la indiferencia, la apatía, la inercia y la
inactividad. Sin ellas sería imposible posible reconocer, aprender y
progresar. Todos aquellos que nos hemos visto en esa situación,
hemos logrado aprender y entender que dichas pruebas de la vida han
logrado moldearnos y cambiarnos, nos ha vuelto más fuertes y
valientes, más dedicados y diligentes pero, como podemos hacer para
que las otras personas que están pasando por una situación similar
entiendan lo que nosotros entendemos ahora? A mi parecer, pienso que
es imposible ver la luz al final del túnel cuando se esta al
comienzo de él, pero algo que sí podemos hacer para ayudar a las
personas que pasan por esas situaciones es brindarle apoyo
incondicional.
Eso no quiere decir que siempre tendremos una
respuesta a sus preguntas, tampoco que siempre tendremos el consejo
perfecto para ayudarlos pero ahora más que nunca me doy cuenta que
afuera en el mundo hay millones y millones de personas que buscan más
que ser escuchados, buscan a alguien que les apoye, que camine con
ellos por ese pasaje escabroso y sombrío donde el pisar duele y el
temor se encuentra a flor de piel. Queremos a alguien que nos guie,
que tal vez no nos entienda pero sí nos atienda, alguien en quien
podamos apoyar el hombro cuando estemos cansados, alguien que seque
nuestras lagrimas sin decir más nada que: “ánimo”, alguien que
nos empuje de ser necesario hasta poder ver la luz. Todos necesitamos
a ese ALGUIEN. Nadie dijo que el transcurso de esta vida sería fácil
o sencillo, durante este periodo terrenal sufriremos, padeceremos,
lloraremos, pero siempre después de sufrir sentiremos alivio,
después de padecer obtendremos paz y bienestar, después de llorar
seremos felices. De eso estoy seguro. Así que cuando enfrentes una
prueba, no te centres en lo difícil que será el superarla, centrate
en lo feliz que serás cuando la hayas superado; soló así obtendrás
siempre optimismo, soló así lograrás enfrentar las pruebas con
valor y sin miedo, porque sabrás que siempre verás la luz al final
del túnel.
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